top of page

EL DELITO DE SER VIEJO

  • Por Jairo Duque Martínez
  • 21 nov 2020
  • 2 Min. de lectura

Por Jairo Duque Martínez

Escritor aguadeño

También es cierto que muchos no se merecen el maravilloso estado de la madurez. Le tienen pánico a la palabra vejez, disimulando el encanto de las canas, el delicado trazo de las arrugas, la presencia señorial de la calva, la pronunciación pausada, y las nuevas huellas esculpidas en la piel, distantes y protestantes de las figuras mancebas que la sociedad inútilmente quisiera eternizar.

Me niego a igualar mis sentires serenos con los iletrados que quieren presentar la juventud como el estado ideal del ser humano. Producen estos arrodillados y adoradores de la publicidad engañosa, unos personajes temerosos de sí mismos que añoran impúdicos sus lejanos años mozos y repiten vergonzantes: "Nosotros los jóvenes", a pesar de haber pasado de los cuarentas, cincuentas y sesentas. Dicha afirmación destemplada, produce una risa con gesto de llanto. Me uno en cambio al coro de los escritores y filósofos, quienes afirman que el ser humano comienza a pensar después de los treinta y cinco años.

Protejamos a los jóvenes. Es nuestro deber salvarlos de ellos mismos. Algunos creen que pueden asegurar su paso adecuado por este mundo bebiendo únicamente de su belleza, de su fuerza o de las habilidades físicas tan pasajeras e inestables. Díganles sin reservas, que están en el momento indicado de inscribirse en la escuela de la sabiduría, que sólo proviene del cúmulo de conocimiento que los viejos y antepasados nos han legado como herencia preciosa y exquisito alimento del espíritu. No permitan que caminen al garete, presos de sus caprichos anárquicos, con ínfulas de salvadores y restauradores de la humanidad.


Ni es un privilegio ser joven, ni es un error ser viejo. Cada uno está en el momento indicado de acercarse a la fuente de la palabra, la única que llena en gran parte la sed de cuestionamiento y de consuelo, de pensar y de pensarse. Los jóvenes, si encaminarse quieren por el tortuoso y poco grato mundo de las letras arrímese cuanto antes a los viejos que han pensado y han escrito la honesta desazón de su alma. Que ningún joven se engañe. Antes de escribir hay que leer mucho mucho. Que ninguno escriba una página antes de haber leído y padecido diez libros.


Aguadas está lleno de Escritores. Historiadores, poetas, ensayistas, novelistas, creadores de cuentos, letristas de canciones. Todos ellos testigos de nuestro glorioso y siempre presente pasado. Pero casi todos, claro está beneficiarios del honroso regalo de los años acumulados. Honor para todos ellos. Son el fruto más apetitoso de este pueblo y que como un virus, debería contagiarse sin ningún embeleco de restricciones. Poseen como regalo de los dioses, el delito confeso de ser viejos.


https://images.app.goo.gl/Dw6WEf3uCrXndPee8


Comments


bottom of page