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Mi Amigo de cuatro patas: “Un encuentro de amor”

  • Foto del escritor: ecosdelprogreso
    ecosdelprogreso
  • 17 ago 2020
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 23 dic 2020

POR: ANA MARIA UNDA ROCHA


El hoy de mi amigo inseparable de cuatro patas ( El Mono) es ideal. Llegó alegrar demasiado mi existencia, y su supervivencia está en calma, sus necesidades básicas suplidas (alimento, salud, cama, recreación y afecto), y desde luego vive con amor.

Y qué decir de mí; entre sus constantes miradas, movidas de cola, suspiros y el estar ahí en su silencio, me han hecho una mejor persona, puesto que la acción cotidiana está entre sus gustos y los míos, me he desprendido de mi ser para darle lo mejor, ya que él lo hace desde su ser incondicional.

Destinos cruzados

Por fortuna y para bien de los dos, la vida de Mono ha cambiado; un día el llego a mi sitio de trabajo (Sede educativa San Juan) Municipio de Quinchía Risaralda, desgarbado, flaco, maloliente, en busca ansiosa de un pedazo de pan o de algo que saciara su hambre. Al verlo pensé ¡que pesar! de este perrito otro tirado al abandono, a la indiferencia de los humanos que en el “corre corre” diario olvidan el servir, y con una postura egoísta creen que este planeta solo pertenece a ellos, olvidando que Dios es generoso y lo hizo para muchas especies, entre ellos los perros.

Entre encuentros fortuitos y necesarios él y yo nos miramos y comprendimos que era necesario entablar una relación mediada por el amor, que produce risas, caminatas, abrigo, anécdotas, saber del otro y me enteré que él tuvo casa al nacer, que hasta pagaron 100 pesos por él. Pero entonces ¿qué pasó?, ¿por qué terminó en el abandono?

Son respuestas que he ido hallando: “profe no le gustaba quedarse en la casa se iba, llegaba todo sucio y la realidad yo quiero un perro que cuide, además que siempre esté aquí, por eso un día no le abrí la puerta más”, manifestó la señora dueña, y desde ese momento “cien mil” como lo llaman en la vereda quedó en la calle del abandono.

Sin embargo en su postura de perro “cien mil” volvía y volvía a la puerta y no hallaba respuesta oportuna, entonces comenzó a deambular por varias fincas de San Juan a buscar comida y lo más importante afecto, pero lo que encontraba le agravaba su situación; en una casa; una señora lo amarraban al sol y agua para que cuidara y se pusiera bravo, eso manifestó uno de mis estudiantes.

Ya terminando el año escolar 2018 (doña Ensueño) me dijo: “profe el perro siempre viene a las 7 de la mañana a ver si usted llega en el recorrido, espere que no demora en aparecer” y cuál fue mi sorpresa que así fue. Entonces ese día entendí que no debía aplazar más nuestro caminar juntos y con la ayuda de la rectora de la institución (Ruth) lo subimos al recorrido y desde ese momento el acompaña mi vida y yo la suya.

Ya conocen el hoy de esta historia, solo queda por decir: ¡gracias Dios por la bendición que es Mono en mi vida y por este encuentro de amor!

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